Sunday, September 27, 2009

El sueño de Teodora


















Teodora, como buena bulldog inglesa, pasaba gran parte del día acostada en sus rinconcitos favoritos del apartamento. Sin embargo, nunca dejaba de acompañarme a mí a o a Rubén cuando estaba aquí. Uno de sus placeres era siempre estar cerca de las personas y aunque dormida, con sus ronquidos profundos, nos acompañaba y dejaba saber que estaba aquí.

Contrario a la mayor parte de los perritos, Teodora me esperaba durmiendo cuando llegaba de la oficina. Para no despertarla de forma abrupta, todo los días la llamaba desde que salía del elevador. Al entrar a la casa, la Teo estaba comenzando a pararse o articulando sus últimos ronquidos para poco a poco recibirme con dos o tres bostezos.

La resonancia de la respiración, los bostezos y los ronquidos de Teo están inscritos en las paredes de mi casa, en los muebles, en la cama, en los libreros y en mi memoria.

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